JOSÉ MANUEL TEJERO RÍOS, UN PUNTAL DE LOS ROSALES

JOSE MANUEL TEJERO RIOS

JOSÉ MANUEL TEJERO RÍOS, UN PUNTAL DE LOS ROSALES

#Entrevistas 01/05/2021

En Mayo, mes de fiestas locales en Los Rosales, concretamente el día de María Auxiliadora, cumple años este referente social de nuestro municipio. Fundador de la Banda de Cornetas y Tambores (Agrupación Musical Cristo de la Expiración), primer pregonero de la Semana Santa rosaleña, fue en su etapa laboral trabajador de la Caja Rural. En la actualidad, ya jubilado, su cochera permite al visitante, siempre bienvenido, bucear en nuestra historia.

 

¿Cuántos años llevas viviendo en el municipio?

En el municipio si dios quiere el día 24 de mayo cumplo 73 años, nací el 24 de mayo del 1948.

 

¿Dónde vivías cuando naciste?

Siempre he vivido donde estamos ahora mismo, en casa de mis padres.

 

Aquellas primeras familias de las que eras vecino, ¿siguen viviendo en el pueblo o emigraron mayoritariamente?

En su mayoría ya no están, puesto que ya hace muchísimos años; sí es verdad que algunos de los descendientes, hijos y nietos, sí viven aquí en el municipio, pero de la mayoría poco rastro hay de ellos.

 

Cuéntanos cuál era tu grupo de amigos.

Mi grupo de amigos era mayormente los que disfrutaban de la música, la parroquia y el fútbol. Nuestra juventud hicimos nuestro club de baile y ya empezamos con los noviazgos...Actualmente seguimos siendo amigos y juntándonos en compañía de nuestros nietos.

 

¿En qué se divertían los niños de tu época?

Después de salir de la escuela, jugábamos en la plazoleta San Fernando, aquello parecía una olimpiada, se jugaba al fútbol, al trompo, al pincho y después por las tardes nuestros paseítos... y ya con 15 o 16 años algunos se incorporaron a la recién creada banda de cornetas y tambores y otros siguieron jugando a la pelota y formalizan un equipo de fútbol.

 

¿Qué echas en falta de aquella sociedad en la que viviste de joven?

La convivencia que antes había entre la juventud, el poder salir a pasear por la avenida, se echa en falta los bailes que se organizaban: salón de Jacinto, casa de Rey... y después nos íbamos al cine de Moreno o al cine que le llamaban “El cojo”, que estaba en frente de la azucarera.

 

¿Qué crees que influyó más para el desarrollo de Los Rosales: la azucarera, el ferrocarril, los cortijos que demandaban mano de obra..?

Pues mira, yo no sabría decirlo. Creo que influyó muchísimo la Renfe, puesto que era un punto muy importante: aquí, en la estación de Los Rosales, se dividía la línea que iba hacia Madrid y la línea que iba para Mérida, pero también influyó muchísimo con la puesta de regadío de esta zona para que vinieran muchos granadinos, extremeños... que estaban muy vinculados con el sistema de riego, y ya empezó la siembra de remolacha y no hubo más remedio que montar una azucarera, que creo que comenzó a funcionar en el año 1925. La puesta en regadío aumenta la demanda de mano de obrea y se organizaron cortijos y muchas zonas muy importantes, de hecho de ahí viene la puesta de El Pino, en la que había unas escuelas e incluso una capilla (como he comentado) en la que se celebraban las fiestas San Isidro labrador, el 15 de mayo.

 

¿Cómo recuerdas las primeras procesiones de la Virgen de Fátima?

Las recuerdo de monaguillo, iba yo con mi cirial y mi sotanita. Fuí monaguillo en la capilla de la azucarera, en la capilla de El Pino, en la que actualmente hoy es el casino, que era entonces hogar parroquial, en la que actualmente hoy es la parroquia, así que he sido monaguillo en los cuatros lugares donde había culto.

 

¿Y las salidas procesionales del Cristo de la Expiración y Nuestra Señora del Patrocinio?

Yo era muy pequeño, tendría unos 9 años, pero recuerdo que salía desde la capilla de la azucarera e iban unos 40 nazarenos. Salíamos de la azucarera, carretera adelante y al llegar a lo que hoy es el casino se cogía la calle Manuel Barrales (hoy Juan Ramón Jimémez) y vuelta atrás, debido a que el recorrido tenía que ser pequeño porque no había más viviendas en Los Rosales y duraba unas dos horas.

El Cristo era llevado en hombros por seis personas hasta la hora de recogerse. Lo hacían voluntaria y desinteresadamente. Así duró hasta que salió desde la capilla que hoy es el casino con sus nazarenos, cirios… hasta el año 62 que ya salió desde la iglesia parroquial que hoy tenemos.

 

¿Cómo decides poner en marcha la banda de corneta y tambores?

En el año 59, salí de nazareno ya con la hermandad del Cristo, la primera vez que salía de la capilla de la azucarera. A mí siempre me habían gustado los tambores, las cornetas... y me apuntó mi padre a “Los Flechas” de Tocina. Ahí estuve un par de años, hasta que lo tuve que dejar porque estuve en el colegio de Los Escolapios en Sevilla. Pero al volver e incorporarme en lo que era la temática de la parroquia, la hermandad, aparte de que no tenía mucho dinero, le faltaba música. En ese momento me vino la idea con Don Ulpiano Pacho, que era el párroco de aquí, de organizar por medio de los boys scouts una banda de cornetas y tambores. Le pedimos permiso al ayuntamiento de Tocina y nos cedió los primeros instrumentos. Aquel primer año fue en el 1962-63... no recuerdo muy bien. Tocábamos los tambores nada más, puesto que las cornetas no habíamos tenido tiempo de aprender.

 

Tres décadas estuvo con la banda de cornetas y tambores, ¿qué es lo más importante que aportó a aquella juventud la banda?

Algunos han escrito por las redes sociales que gracias a mí y mi señora, se perdieron el rollo de droga y delincuencia; o que gracias a nosotros pudieron ver por primera vez el mar. Ellos se lo tenían ganado, por estar todo un año trabajando para la parroquia, hermandades y por Los Rosales, y su premio era llevarlos a la playa. Nos siguen demostrando muchísimo cariño.

Ha sido tanto el cariño que hemos recibido que hasta hemos sido padrinos de confirmación y hemos acompañado a muchísimas personas a sus bodas e incluso nos han puesto en el sitio de preferencia junto a los novios y a los padrinos, cosa que a nosotros no nos correspondía.

 

La Agrupación Musical Cristo de la Expiración tiene hasta un parque en su nombre...

Sin ponerlo, es el nombre de todos los niños que formaron la banda, a los cuales les tengo hecha una fichita, creo que son 370, con el instrumento que tocaban, etc… Ver reflejado el nombre para siempre, es ver premiado su sacrificio.

 

También te llenará de orgullo ser el primer pregonero de Semana Santa en Los Rosales.

Parece que el señor me premió a mí después de llevar más de 40 años acompañándolos. Gracias a la Junta de Gobierno, es una de las cosas de las que me siento más orgulloso, pertenecer a la Hermandad y ser el primer pregonero. Mi padre fue fundador de ella y yo lo acompañé desde pequeño. Actualmente tengo el número dos de la Hermandad.

  

¿Qué podemos encontrar en tu “casa museo” de Avenida de Sevilla, junto al estanco?

Intento enseñarles todo lo que eran nuestras tradiciones a través de mi vinculación con el pueblo: Belenes, exposiciones de Semana Santa... En la exposición de Navidad monto también maquetas del pueblo en la que reflejo lo que era entonces la estación, el paseíllo, el apeadero, la azucarera, las casas de los empleados, la avenida o el cine, pongo hasta las carteleras de las películas que triunfaban en aquella época como Tómbola, Un rayo de luz, Los 10 mandamientos…

 

¿Cómo has llevado no disfrutar de las fiestas locales debido a la pandemia?

Ver a mi nieta, que iba a salir de nazareno en 2020 con nosotros en la cruz de guía, con la cara tan triste y decir “abuelo no podemos salir”, ha sido uno de los momentos dolorosos que he tenido estos años. No salir con mi Hermandad a la que he acompañado de una u otra forma desde el 59 me entristece enormemente. Estuve acompañándola con la música 25 años, el resto voy de nazareno y estos últimos años acompañado por mi hijo en la cruz de guía. Mis otras nietas, que salen en La Borriquita, dicen lo mismo, pero son ya más mayorcitas y comprenden el problema del “bicho”, como ellas dicen.